Lo pregunté con tanta ingenuidad... casi sin creer en lo que estaba diciendo. Nadie pudo negarlo, porque todos ellos, sintieron, aunque sea por unos segundos la necesidad de desaparecer. La tranquilidad de deambular por las calles, sabiendo que nadie nos mira. La satisfacción de oír a otros discutir, sin querer ganar. Lo pregunté y nadie pudo negarlo, todos quisimos ser invisibles y aún lo estamos intentando.

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