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Mostrando entradas de noviembre, 2019
No puede terminar de ver ni puede completar lo que pasa. No puede separar porque separar no existe. No puede distinguir la forma de los acontecimientos. No puede adivinar de dónde provienen las luces. No puede disipar el humo. No puede esquivar el iceberg. No se puede anclar. No puede escaparse a las afueras. No puede adentrarse. No puede salir. No puede explicar toda su vida. No puede clasificar los acontecimientos. No puede segregar. No puede soportar el viaje al que lo ha sometido la muerte. No puede echar de su cuerpo a sus otros cuerpos. No puede matar a su cuerpo en sus otros cuerpos. No puede prescindir de lo imprescindible. No puede evitar asomarse por aquellos agradables vericuetos. No puede respetar las imposiciones planteadas. No puede no devenir en un manojo de dudas constantes. No puede no desvelarse. No puede escatimar. No puede caminar por las nubes porque tiene miedo. No puede conocerse porque aún no se ha encontrado. No puede desechar porque aún no h
No había nadie para obligarlo a hablar. Que diga por qué siguió un juego donde no había casilleros para detenerse sin lastimar. Me gustaría que admitiera que no había otras cartas para jugar. Lo único necesario para ganar, era que el arlequín no respondiera la llamada del rey, pero el rey estaba demasiado aburrido para inventar otro juego, entonces se dispuso a reír a carcajadas y a jugar como acostumbraba. Era todo lo que sabía. Siguió jugando porque era el único que no tenía heridas profundas. Un arlequín disponible. Un rey sediento. Lo único necesario para ganar, era reír. Sobreponerse frente a los miedos de todos los que no podían obligarte a hablar porque tenías el poder de hacerlos callar. Todo el escenario era la enormidad, ningún eco provendría de ninguna voz. Un arlequín astuto, grosero, necesitado y cruel. Un rey despiadado, inescrupuloso, vil y jocoso. Un arlequín mendigando atención. Un rey dispuesto a dársela. Un arlequín astuto. Un rey sediento.