"Tenía miedo de salir de nuestro apartamento, así que miraba el callejón por la ventana y veía a este gato buscando desperdicios.
Un día, unos niños llegaron al callejón y lo metieron en una caja. 
Los vi encender petardos y echarlos en la caja. Lo oía dar alaridos desde tres pisos arriba.  
Así que por fin, tuve una razón para salir de mi 
apartamento.
Rescaté a este gato y lo llevé a casa.
Se sienta conmigo cuando leo, duerme conmigo ... y ronrronea.
Pero de vez en cuando me muerde o me rasguña.
Lo hace porque a veces olvida que ya está a salvo.
Así que lo perdono cuando me muerde, porque yo se lo que es no sentirse a salvo nunca."

Hans Christian Andersen

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