Nos enojamos con el otro por no querernos de tal forma,
nos enojamos con nosotros por comentarios, fotos,
por pensamientos de cosas que no existen,
no nos prestamos atención cuando nos tenemos enfrente
porque seguimos enojados por todo aquello
que vimos cuando teníamos al otro al lado.
Estamos pendientes de la reacción virtual
pero desconocemos la acción real, cuando la obtenemos,
no sabemos reaccionar y salimos corriendo, porque, claro,
es tan inusual la demostración
de afecto en persona porque nos asusta,
porque nos desacostumbramos,
porque estamos listos para recibir halagos
pero sólo si son dichos mediante un teclado.
Vivimos pendiente de lo que el otro hace sin siquiera vivenciarlo,
queremos ser partícipes de todo pero sin involucrarnos en nada,
sólo espiando sin sentir, sin decir, sin acercarnos,
porque como están las cosas están bien,
si todo queda así es mejor.
Comentarios
Publicar un comentario